Cuando salgo tarde de la facultad- en general los viernes- la calle es un conglomerado de sombras que se desplazan automáticas por las avenidas y yo las odio; cada vez más odio a la gente, los viernes. En el colectivo se me tiran encima como si yo fuese una columna, o como si pudiese respirar, quién sabe cómo, otro aire desde mi perspectiva. Sé que tengo ventajas cuando va lleno, pero no es fácil: A mí la altura no me deja en paz.
Hay dos señoras sentadas, una le dice a la otra que el sábado siguiente se casa la hija, que la peluquería es un desastre y que la chica está embarazada. Pero no hay que levantar sospechas: va a casarse de blanco igual. La otra la escucha porque no hay otra cosa que hacer en el 132; todos la escuchamos:

Imaginate que entre a la iglesia con panza, no me parece que el Padre acepte a una novia de blanco y embarazada, entendés, Ya le dije a Laura que se faje un poco, es una vergüenza pero no lo quiere entender ,¡y falta una semana!

Cinco cuadras me separan de casa cuando bajo del colectivo, la avenida está llena de ambulancias gritonas: Si Dios existe, esto es el infierno. Debería ser un paseo de distracción, de árboles y adoquines, de haber terminado la semana pero no, hay que correr: Me voy me voy me voy, como el conejo blanco.
El Kiosco de enfrente está cerrado, es curioso, en general los viernes abre de noche. Lo atiende una pareja de lesbianas a contra turno. La ventaja es que si a las tres de la madrugada el insomnio me pide un caramelo o un alfajor puedo recurrir a ellas e incluso quedarme tomando unos mates. Son lindas; se quieren. La señora del primero B ah intentado de todas las formas posibles echarlas del barrio. No puede tolerar que dos mujeres se amen. Hay una razón intrínseca en su obsesión; no soporta estar sola y no molestarlas le da la medida de su soledad. Mandó varias veces a la policía por asociación ilícita o por supuestas estafas. Ahora ya la conocen y cuando llama no le hacen caso.
Hoy el kiosco está cerrado. Me pregunto qué habrá sucedido e imagino posibilidades. Me gusta quedarme en ese lugar de la fantasía donde cualquier evento es potencia. Donde configuro historias y lo verdaderamente posible no tiene relevancia. Me gustan las ficciones, los juegos de la mente, las inocencias conscientes creadas por mí.
De un momento a otro Amalia va a llamarme para salir, estoy segura. Es curioso que sea mi amiga y aún no tenga la capacidad de comprender mi pereza. Quizá tenga razón y por quedarme escribiendo me pierda de algo fascinante. Seguro hoy toca un grupo en algún lugar:
- Hola nena! Hoy toca caleidoscopio cósmico en Palermo, ¿vamos?
- Mmmm
- Dale, nunca salimos! Esta banda está buenísima! Además es en Palermo, re lindo
- ¿A qué hora?
- A las doce. Te paso a buscar 11:30?
- Mmmmm
- Dale amiga! Pongámosle onda al viernes
- Bueno, bueno, está bien. Dale, toca timbre que bajo.

La instancia del maquillaje tiene un vínculo directo con la disposición del ánimo. Puede uno hacerlo en compañía de amigas o en soledad. Yo prefiero sola, aunque me gusta cuando compartimos espejo con muecas raras.
Para los labios hay que seguir un principio: es inconveniente lo no proporcionado, se debe buscar equilibro y fingir no haberlo hecho. A los ojos primero los ilumino con sombra blanca-curiosa oposición- y preparo el terreno para lo mejor: los matices. Sé que tengo suerte porque mis párpados son amplios. Si es necesario se cambia la cartera y entonces¡qué lindo perfumarse! cuatro evaporaciones: dos en el cuello, dos en las muñecas y voilá!

El bar de Palermo tiene olor a modernidad; no esperaba otra cosa. Las luces, anaranjadas, presentan un salón circular. Caleidoscopio Cosmico consiste en cuatro muchachitos con corbatas angostas de color rojo. Son extremadamente delgados y se balancean como si se fuesen a quebrar.
Es curioso cómo todo ah cambiado, o tal vez yo cambié. Hace algunos años estos eventos me agradaban. Puedo verme a mí misma en Amalia, la sonrisa se le extiende hasta las orejas.
- Qué divino el tecladista! ¿lo viste bien?

Siento un frío descomunal; el grupo es súper-cool. Me pregunto si es necesario...

- No te digo! Son súper-cool! - Amalia no pestanéa- me lo como al de remera violeta con lucecitas!

No voy a arruinarle la noche; por fortuna poseo una gran capacidad de adaptación, pero siento asco, necesito otra cosa: ¿será humanidad?

1 comentario:

Guada dijo...

¡Qué satisfacción leerte!