Impresiones sobre Flopa

Flopa no duerme

Hace poco me mudé al barrio. Buscaba un lugar tranquilo-en lo posible una casa- donde tener paz y no muy lejos de la facultad. Floresta me gusta, tiene ese no sé qué en las veredas y además me entusiasma el hecho de que mi nueva dirección lleva el nombre de un poeta.
Una noche, luego de acomodar las cajas abarrotadas de libros y con olor a cinta scotch- tan propio de las mudanzas- decidí ir a caminar por los alrededores. En la esquina una verdulería con la persiana baja y al lado un kiosco donde compré cigarrillos. Fume tranquila, sentada en la vereda, después volví y me acosté.
Di vueltas en la cama imaginando mi nueva condición: lejos del motor del 60 y ya no en la verticalidad apretada del piso 5 sobre la avenida Córdoba. La gente se acostumbró a vivir así: en vertical. Apilada como en estantes de alacena.
Me hallaba en esos pensamientos cuando una música entro por la ventana. Parecía que Floresta me daba la bienvenida. ¿Qué más podía pedir? Soñé con una chica que cantaba descalza cerca de una puerta angosta.

El hecho es que pasaban los meses, y cada noche, sin excepción, la música me acunaba hasta quedarme dormida. Era tan placentero y conmovedor. Claro que no tardé en sentir curiosidad e imaginar que tal vez, en un acuerdo tácito, alguien- un mago, una musa- se ocupaba de componer canciones para los durmientes del barrio. Sería lindo, ¿no?

Una tarde en la verdulería –había visto naranjas ideales para exprimir- advertí que una chica salía de la casa de al lado con guitarra al hombro. Silbaba, y me sorprendió especialmente el hecho de que el verdulero la saludó.
Aproveché la situación para indagar:
- Disculpe, ¿usted la conoce?
El verdulero- mientras me ofrecía un ramo de acelgas gigantes- me contó que era música, que se llamaba Flopa o algo así…
Después de mi jugo de naranja -no hay nada mejor para pasar la primavera- la busqué en google y, efectivamente, era ella. Me sorprendí de mi capacidad investigativa. Agendé su próximo show.

Fue en un bar en San Telmo. Me acuerdo que salí tarareando: "Y así las cosas fueron hechas para ser tenidas, hechas para ser dejadas" Flopa me había impactado. No sólo por su personalidad sino también por la gravedad en sus palabras. Me sentí esperanzada: en una subcultura saturada de chicas-pop que le cantan al helado de frutilla, Flopa abre el juego y se diferencia. Nada tiene que ver con eso, es una escritora seria- aunque no lo quiera asumir-: "pensaba escribir un libro que hablara de los motivos por los que se dan las cosas, pero no tiene sentido perder tiempo en escribirlo si son días que se van, hojas que se vuelan, tinta que se quema"

Cuando me voy a dormir abro la ventana y en algún momento de la noche Flopa empieza a tocar. Es, para mí, como Ana no Duerme contemporánea, que también canta palabras y se transforma en luz.

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