La experiencia sonora siempre es otra cosa que la personal: a la vez pre-interna y pre-externa, en trance, arrebatadora, es decir a la vez tomada por el pánico y cinestésica, acapara todos los miembros, el pulso cardíaco y el rítmo respiratorio, ni pasiva ni activa; alerta; es siempre imitativa.
Sólo hay una única, extraña y específica metamorfosis humana: la adquisición de la lengua "materna".
Es la obediencia humana.
La prueba de la música es profundamente involuntaria.
La voz se produce y se escucha en simultáneo.
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