A Madame De Sade

He recibido esta mañana una gran carta vuestra que no acababa nunca. No me escribáis tan largo, os lo ruego: ¿creéis que no tengo otra cosa que hacer que leer vuestras repeticiones? convenid conmigo que es preciso que tengáis mucho tiempo que perder para escribir cartas de este tamaño, y yo igual para responderlas. Pero, no obstante, como el objeto de ésta es de una gran importancia, os ruego que la leáis con la cabeza despejada y una hermosa sangre fría.
Acabo de encontrar tres señales de la mayor belleza. Me resulta imposile escondéroslas. Son tan sublimes que estoy persuadido de que, al leerlas, acabaréis aplaudiendo, pese a vos misma, la extensión de mi genio y la riqueza de mis conocimientos. Podría decirse de vuestra pandilla lo que Pirón decía de la Academia: sois cuarenta que tenéis talento como cuatro. Con vuestro séquito, ocurre igual: sois seis que tenéis talento como dos. Pues bien, con todo vuestro genio, y pese a que sólo haga dose años que trabajáis la gran obra, voy a apostaros doble contra sencillo, si queréis, a que mis tres señales valen más de todo lo que habéis hecho. Esperad, me equivoco, hay, a fé mía, cuatro... Pues bien, son tres o cuatro, y sabéis que el tres-cuatro es de una gran fuerza.


André Bretón
Anthologie de l'hummour noir
París, 1939

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